jueves, 13 de marzo de 2008

De sendas, caminos, palabras...

Nuevo día. Lo sé: augurio de pasos en falso, tal vez. Pero no por ello pretendo quedar inmóvil, aunque eso sea lo que inspire mi rostro pálido y mis pies perezosos. Jamás andar fue algo tan simbólico, tan quieto, tan parado y a la vez, tan inevitable y cierto. Una extraña inercia me empuja a avanzar de nuevo; pero me siento lenta, pasiva, espectante... Como quien espera sobre su cuello el filo de un sable.

Prosigo, como tardía soñadora prendida de sueños abstractos. Como a un minuto constantemente distante de mi objetivo. Albergo tanto buscado, que percibo difusa la esencia de mi búsqueda. Sendas sendas y un destino: el mío, que presumiblemente parece estático y tristemente ególatra y sombrío. Normal que me juzguen mis enemigos, que me castiguen con sus afiladas lenguas, que me acusen y condenen sin juicio... Al fin y al cabo qué soy yo para ellos, tan sólo una piedra en su zapato, una injusta parada en su camino. Pero si escucho en tus labios chasquidos de frases vanas e ignoro que van conmigo, será que también yo tengo alma... ¿Será ese mi delito?

Vocablos. Palabras que son palabras; el viento se las lleva tal y como las desata. Siempre me quedan tus trazos para colgar mis miradas, tan bellos como las brumas que nos enturbian el alba; tan ciertos como mis horas tan lentamente contadas.

(foto: Senda del Oso, Asturias)

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