miércoles, 6 de junio de 2007

S.I.G.L.A.S

foto: E.G.

Te aseguro que me siento frágil, como una gota de lluvia antes de estrellarse contra el suelo en plena tormenta. Etérea, viajera vagabunda; igual que un cuerpo astral primerizo, que recién despojado de su envoltorio corpóreo... vaga y se desconoce.

Perdida y pasajera; como una pequeña partícula de arena entre la agitada ventista desértica, vuelo de duna en duna cada noche. Inocente inconstante; pero cómplice al fin y al cabo de mi vulnerabilidad forzada entre agresivas ráfagas escultoras de tiempos y espacios. Entremezclo así mi cuerpo en multitudes, hasta que el torbellino giratorio me atrape de nuevo para llevarme donde su azar dictamine. Nada, nadie impide de nuevo mi viaje. Sólo la luz venidera de una mañana en calma, apacible y serena me hará recobrar la consciencia. Obro en consecuencia, y recojo los enseres de mi conciencia; ante la perseverancia acechante de otro viento loco de medianoche que... ya llega.

Quizá un aguacero repentino y fortuito me moje, me hiele, me apelmace y me convierta en rosa desértica. Un joven y temporal afluente podría también desplazarme hasta un lejano oasis, de aguas cristalinas y verdes palmeras; para reforzar sus raíces con mis minúsculas formas y mis desorientadas maneras. Exagerado sería ya evaporarme y pilotar una nube sin rumbo; para volver a ser llovida, con mi fragilidad inicial y sin mi espejo corpóreo. Rara, extraña y despojada de mi yo quieto... miraré hacia adelante. Es posible todo en este umbral evolutivo y reiteradamente metamorfósico. Reviviré pues en cualquiera de mis formas, como las siglas del tiempo, que con sus puntos minúsculos y sus mayúsculas letras escribirán de nuevo la historia venidera, incluso antes de ser dictada por los exaltados trazos de los acontecimientos.