lunes, 12 de octubre de 2009

Siempre hay un rumbo

Vuelvo, porque siempre hay un rumbo, aunque no lo parezca. Un lugar de destino para el descanso, para la vida. Regreso de nuevo a la paz momentánea de la letra olvidada, del fonema callado. Y resuenan en mi cabeza sus ecos desaforados, desquiciados de silencio y ávidos de sentido. Se alienta mi futuro inmediato con sol de atardecer solitario, de veranillo tardío en hojas de otoño desorientado.