martes, 30 de octubre de 2007

el pacto de la espera

Tal vez sea el pacto más cercano y el más desconocido, ese que te puede traer cosas inesperadas: paradójicamente es "el pacto de la espera". Sí, ese que más a mano nos queda; pues sólo pactamos con la conciencia, firmándolo con desengaño y sosiego. Tal vez como coraza nos lo plantamos, escudándonos con su misterio. ¡Menudo momento! Ese en el que te planteas esperar, cuando actuar parece incoherente, cuando rindes reverencia a la indeferencia, después de tanta palabra apasionada y tanta concienzuda conversación; porque se te han agotado los recursos de súplica y la paciencia de la insistencia se vuelve tan impaciente que... cesa en el intento de continuar con su cometido.
Cumples el pacto, día tras día; noche tras noche. Y la espera desespera, aunque muda, callada, escuálida. Discreta y confiada, da la bienvenida a los acontecimientos y estos toman lugar, fecha y hora. Se acomodan y te abren las ventanas de la percepción, que dormida intenta despertar a tiempo para zanjar pactos y otros contratos que siguen creyendo en su inocente vigor.

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