jueves, 15 de mayo de 2008

rugidos de dolor

- La Tierra fotografiada por el Apollo 11 desde el Mar de Smyth de la Luna -

Sufres, tiemblas, ruges, te agitas, te quejas... Lloras a mares. Enloqueces. Te abandonas al devenir de la física catastrófica y castigándonos nos adviertes. Maternal legado no pensante, de tosca sangre caliente y trazos imperfectos, que sin quererlo, devuelves a ciegas los golpes que la deliberación humana te propina desde otras esferas bien distintas a la tuya.

Que el pueblo llano no sabe de tus placas tectónicas y sus sísmicos abatares, ni de tus aguas desmedidas, ni de tu sol de sequía. Pero tampoco quisera saber de oscuras pruebas nucleares, ni de fuego en los bosques, ni de basura en los mares, ni de calentamientos globales.

Se completa la absurda cadena de desafíos, que incita al infortunio de inocentes y gesta el sufrimiento mortífero entre, a menudo, los más desvalidos.

Tantos mundos orbitando y sólo uno donde vivir, sólo uno que compartir, sólo uno que cuidar, sólo uno por el que existir. Tan sólo tú, desquiciada y hermosa Madre, tan sólo tú.

2 comentarios:

Pedro Luis Ibáñez Lérida. Sevilla. dijo...

La Palabra honesta y desnuda arraiga con fuerza desmedida. Es un promontorio de tamaña estatura, como tu visión que mezcla, en una sola agitación dolor, rabia y amor.

Prosigamos en el empeño de no cejar y entreabrir los visillos de la realidad. Es un hermoso ejercicio no solo lírico, también punzante y herido. El reguero de sangre dibuja el rostro de los invisibles, los que nunca abrirán sus ojos ni conoceremos. Abrámoslos por ellos:
una sola Tierra, una sola Madre,un solo espacio común, vital y diferente.

Mientras tanto, reivindiquemos la belleza con el carácter subversivo que ella misma posee.

Voces rotundas despliegan
su rumor planetario y celeste,
nadie los escucha, salvo su olvido.
Pongamos rostro, vida y sentido
de quienes ya no se hallan,
volviendo los ojos al cielo.

Ellos también somos nosotros

Un beso de vida.

Pedro luis Ibáñez Lérida.

loca_poetisa dijo...

Otra vez: gracias.

Hermosa, cierta y afortunada culminación la tuya para estos "rugidos de dolor".

De nuevo un honor, Pedro.