Parte de él, corre peligro de ser arrasado por la construcción de una red eléctrica que se pretende construir a su paso.
No parece haber tregua en este mundo acelerado. No existe vía de escape entre tanta locura. Menos mal que la lluvia nos baña en calma y desmenuza nuestras penas a base de diminutos chasquidos de vida aleatoria.
Tan sólo quisiera un instante de paz para parar mi reloj, el no biológico. Sentarme a ver crecer el musgo en las cortezas de los árboles, hablar con ellos y admirar la inmensidad del bosque. Pedirle un soplo de aire puro para perfumar mi cuerpo y renovar mi espíritu. Buscar y hallar esa vista introspectiva de mí misma. Caminar por esa senda, alternativa a tanto desvarío mundano absurdo.
Quisiera alejarme, casi sin dejar huella. Fundirme de alguna manera con la naturaleza y ser al fin, lo que realmente soy: parte de ella.
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