Decaigo por momentos en esta habitual línea descendente. Es real mi debilidad, aunque a veces el aura que la define sea ténue y desdibujada. Me agarro a las confusas y perpetuas asas del tiempo, a sus amarres desgastados por exceso del mal uso infortunado de mis temores inciertos... Y me pierdo, sola y callada de nuevo, ante otra noche estrellada... Con luceros en el cielo y nubes en mi ventana.
sábado, 23 de mayo de 2009
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