sábado, 18 de abril de 2009

Fortuna

Qué fortuna la mía: asomarme al infinito destello de tu mirada, tan limpia y sincera; tan llena de vida. No debe haber nada que yo más quiera. Porque sin ella siento que se apaga la luz de mis días y el brillo de las estrellas se atenúa hasta dejarlas exentas de su parcela celeste, cautivas intermitentes... Entre la noche, la nada y estelas de sueños de madrugada.

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