jueves, 27 de septiembre de 2007

¿Perderme? ...Tal vez

Puentedey (Burgos) - foto: E.G.


Tal vez… me pierda voluntariamente en la naturaleza y me enrede entre verdosa vegetación de frondosos bosques que lleven hacia el norte, allá donde El Camino se adivina y sus señales empiezan a ser visibles más allá del indicio humano.

A medio andar entre Las Merindades y Liébana, donde todo cobra un encanto especial, de aromas frescos y sanos. Lugar de valles y montes; de ríos, lagos y hondos cañones, donde antaño, a borbotones esculpía el agua surcos de tierra y bravas peñas. Allí donde los pozos son azules y las nubes llueven agua limpia cada poco sobre montañas hambrientas de vida. Donde la música es simplemente el viento que sopla en el oído del que sabe escuchar y callar a tiempo.

Tal vez... camine entre rocas que han visto pasar los siglos de forma impetuosa abriendo sendas, contándonos historias dormidas. Poderosas puertas del milenario inframundo cavernario, que atesora riachuelos de subterránea belleza y paredes de suculentas formas en inhibido y lento estado de gestación. Hermoso mundo el que subsiste bajo señoriales árboles, los cuales también dan cobijo a las entidades invisibles que custodian el orden natural de la Madre Tierra.

Entre paso y paso, tal vez… repose el cansancio en plena ruta románica, a los pies de algún templo repleto de signos ocultos en su piedra labrada a conciencia por antepasados que perpetuaron su vida de magia y búsqueda. Ojala beba el buen vino de una de esas posadas viejas y campechanas, que ofrezca buen queso curado a sus caminantes y algún rincón tranquilo al amparo de un fuego cálido y reconfortante donde poder seguir vislumbrando la huída requerida.

Proseguiré hacia el oeste, dejando atrás las agrestes colinas donde todavía trotan los asturcones en libertad. Tal vez llegue tan lejos como para poder hallar descanso en Santiago: lugar de peregrinos, santos y paganos. Cúspide de antagónicas culturas ancestrales que de leyendas compartidas fueron custodias. De hombres y mujeres comunes, que llenos de esperanza partían hacia tierras de júbilo espiritual.

Reposada y tranquila, tomaré e intentaré interpretar las enseñanzas simbólicas de "El Pórtico" y marcharé con cierto apremio, pues dicen que, realmente El Camino, no acaba hasta Fisterra: O fin do mundo, o fin da terra.

(Aún así, el verdadero camino está dentro de nosotros mismos. Tal vez, los caminos físicos, a menudo sean guías iniciáticas para buscar ese camino espiritual que todos anhelamos. Afortunado aquel que lo encuentre y sepa seguirlo con paciencia, sosiego, humildad, amor y sabiduría).

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