domingo, 16 de septiembre de 2007

Belleza rara, de flores raras

fotos: E.G.
Yo también busco de vez en cuando flores extrañas en lugares indómitos. Tal vez quiera conocer el misterio que las mantiene vivas sin ni siquiera alimento, lejos de casi todo lo establecido. De extraordinaria belleza, poco común. Puedes lanzar una leve mirada al infinito y verlas brillar, tranquilas, moviéndose con el viento agitado de una tarde de otoño.

Flores para no arrancar, no aptas para adornar lugares de inertes formas creados por la mano humana. Su lugar está donde la naturaleza dictamine, que con sus leyes sabiamente azarosas, nos va regalando bodegones de hermosa vida silvestre inamovible.

Sencillamente puedes admirarlas en su hábitat, olerlas, rozarlas, fotografiarlas con o sin objetivo y finalmente perderlas de vista tras tus pasos. No son propiedad de nadie. Son del sol cegador… que apunto está de abrasarlas, del aire… a veces poco oxigenado, de la brisa del mar embravecido, del cielo ventoso, de la tierra árida y seca, de las rocas austeras y erosionadas que… seguirán abrazando a sus generaciones venideras entre sus recovecos húmedos y cavernosos.

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