martes, 10 de enero de 2006

De viaje

Vista de Sierra Nevada - foto: E.G.


Yo también volveré a mis orígenes. Cambiaré el mundanal ruido por el silencio, por mi silencio. Mientras tanto, seguiré devorando estas "vacaciones" de forma exhaustiva.

Disfruto del viaje, aprendiendo la oculta y subjetiva sabiduría que no muestran los libros. La ya tan mencionada verdad suprema de nuestra existencia. El porqué del amor, la risa, el llanto… Buscaré la manera de saborear cada dentellada que dé en el tiempo, apaciguando la desdicha y la momentánea ira que esta pueda ocasionarme. Entremezclaré la miel y la hiel de mí misma, para aprovechar cada paso dado y por dar.

No dejaré de volver atrás con un aroma, de agradecerle al reciente amanecer su luz, de llorar porque sí, de regalar sonrisas pasajeras con y sin trasfondo alguno, de acariciar lo inalcanzable y adorar lo cotidiano. Demostraré la suavidad de la más ruda aspereza, con sutilidad y sin prisas; que las causas se pierden por cruel e inconsciente abandono, al final hiriente.

A mil escritos voy dando vida, porque escribo y mi mente libera el cansancio del camino andado. Reconstituyente tras añoranzas y otros pesares que, me acompañan día y noche en el trayecto. Poseo también ciertas alegrías a buen recaudo, que a menudo y afortunadamente, llenan mis estancias de música y poesía.

Soy osada en mi osadía y pido tiempo para seguir descubriendo, para apreciar, para seguir aprendiendo, para saber dar, para saber darme, para aprender del amor y conocer el odio sin mancharme. Tiempo para que mi alma se curta entera antes de hacer las maletas; que llenas de templanza me las quisiera llevar.

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