Si conocieras mis miedos me darías tus colores, mariposa. Me vestirías con ellos, para dar luz a mis horas y guiar mi paso lento por estas cimas ventosas.
Paso aquí mi tiempo eterno sorteando inmensidades, mientras espero el planeo del vuelo de tus verdades. Abre las alas, mi reina. Despega con tu destreza, que a mí me queda muy grande esta estría de corteza. Pues sólo de camuflaje pintó la naturaleza mi equipaje acorazado, duro para adversidades, pero perpetuo pesado.
Alentaré mi bagaje entre baches de torpeza, para encontar otra tarde tu posar de sutileza. Acude a mis aposentos de recóndita aspereza y luego vuela de nuevo, para elevar en tu vuelo, el halo de tu belleza.