jueves, 27 de abril de 2006

No se planea...

No se planea un amanecer; ni su sol certeramente sobre el horizonte, ni que su calor nos aporte luz también. No se espera su brisa si frente al mar nos aguarda, que simplemente nos llega, nos envuelve sin más y nos obliga a rozarla.

No se planea la lluvia, ni sus gotas perfectas; ni su debilidad, ni su palidez, ni su abrumante fuerza… Ni su imperante y sutil belleza ante determinadas formas de nuestra percepción de sensibilidad primaria.

No se planea un abrazo, ni un beso dado; que a saber de dónde vienen sus delicados, suculentos y adorados trazos. Misterioso apartado del ser dotado de vida, que va buscando su huída casi siempre acompañado de quien sepa dar… no todo, sino sólo lo que su fe de amar posea a buen recaudo.

No se planea una amistad duradera, que ella sólo espera seguir volando con las alas que le demos. Que no hay normas, ni huellas de paso firme al respecto… Cada una única es en reflejo e imagen, sin parecidos que empañen su impune sentido.

No se planea una noche de pasión apasionada en decisión. Ni siquiera una canción, ni un poema al alma abierto; que nos empapa de dudas y nos rompe el corazón al primer verso de cambio. No advertimos el agravio de un desconcierto nacido al alba, sin más consuelo que una mañana en calma.

No se planea el perder la cordura, ni el amarrarla siquiera. Ella no elige andadura, y… a saber qué sendas marca para poder retomarla.

No se planea una vida perfecta; que es “perfecto” perfectamente un término poco predecible; que con disfraz apacible y esperanzas vanas nos roba a menudo preciosas horas de luz espontánea.

No, no se planean la dicha ni la desdicha humana. Vienen solas, a veces… marchándose acompañadas.

No hay comentarios: