Algunas de estas imágenes son reales, unas pocas fotomontajes y otras un poco de cada. Todas propias, mejores o peores... Pero siempre sugerentes, inseparables compañeras de algunos de mis escritos.
el porqué de la caracola
mujer de madera
reptil cavernario
volcán
trabajo de cuerdos
espacio
remolino
pupila
un cielo entero
células de vídrio
partículas de cosmos
estría de corteza
confines de cielo nublado
la estrella observada
la extraña belleza
florecillas amarillas
alusiones pragmáticas
Rojo es el núcleo, la sangre caliente de la Madre Tierra. Rojo el sol y roja, a veces, la luna llena. Rojo el atardecer celeste que nos serena. Rojo el fluido que como savia nos riega. Rojo el amor cuando quema.
Desde niña, siempre me fascinaron las mariposas: Su dualidad y metamorfosis, sus migraciones, su belleza... Su vuelo mágico titubeante, sus quebradizas y frágiles alas. Ciertamente, parecen entes naturales portadores de sueños que traen mensajes y augurios de fugacidad risueña, entre matices silvestres y perfumes de primavera.
Pero como no es trabajo de cuerdos despistar la evidencia... Aquí me hallo, inmersa en esta espiral de indiferencia inducida a base de pensamientos enrevesados, afilados como puñales que se clavan en mi pecho y en la espalda de quienes me rodean intentando contemplar lo mejor de lo que de mí imaginaron.
Extraño don distraído, que vienes atormentando mi oído. Los sentidos me alimentas, te detienes y te inventas sinsentidos cuando no existen motivos para calmar mis dolencias.
Y con la palabra me doy y me voy para entregarme, desvalida, vulnerable... sin un trozo. Víctima de quien sepa indagarme, empuñando el arma de la atención con la que se anudan los cabos sueltos de la cuerda floja de mi estandarte.
Cierta compleja forma matemática nos aborda, nos domina... Es más, nos compone y nos estructura. Sin duda, está en nuestros genes, como en el primer poso de materia que ancestralmente nos concibió como parte del Universo.
Tantos mundos orbitando y sólo uno donde vivir, sólo uno que compartir, sólo uno que cuidar, sólo uno por el que existir. Tan sólo tú, desquiciada y hermosa Madre, tan sólo tú.
Quisiera alejarme, casi sin dejar huella. Fundirme de alguna manera con la naturaleza y ser al fin, lo que realmente soy: parte de ella.