domingo, 26 de abril de 2009

Tirando

Yo también tiro de mí para andar cada día entre tanto desvarío. Sigo alentando mi desánimo infundido entre silencio, concentrada en la tarea de mi incongruente marcha. Girones de piel que deshaucian mi existencia me conducen hacia donde nadie sabe. Pero yo ando, camino hacia delante, hacia dónde si no... Si sólo mis pequeños e insignificantes pasos pueden llevarme a tu vera.

Hoy, aunque cansada, desperté luminosa y mañanera. Con la esperanza de ver el sol brillar y regenerar mi estrella. Descansaré manos, cuello, pies, cabeza... Ojos y oídos. Tan sólo quiero escuchar el eco del quejido de tu ausencia, porque saberte en lejanía me hace recordar belleza de instantes en tu presencia. Que el querer brilla también de lejos, aunque encandile mejor de cerca.

domingo, 19 de abril de 2009

Sincera ordenanza

Te albergo en mi ser, más allá de donde puedan ver humanos ojos o intuir mentes sabias. Entremezclo mis adentros con el bálsamo de tu alma calmante, mientras tu ausencia entreabre mis cimientos de mujer templada en cordura. Y me tejo con el poso de tus besos envoltura de socorrida esperanza... Arropándome callada en la sincera ordenanza de esperarte, como tú esperas y callas.

sábado, 18 de abril de 2009

Fortuna

Qué fortuna la mía: asomarme al infinito destello de tu mirada, tan limpia y sincera; tan llena de vida. No debe haber nada que yo más quiera. Porque sin ella siento que se apaga la luz de mis días y el brillo de las estrellas se atenúa hasta dejarlas exentas de su parcela celeste, cautivas intermitentes... Entre la noche, la nada y estelas de sueños de madrugada.

domingo, 5 de abril de 2009

Que resuenen los guijarros

Llevo tiempo huyendo de las letras de mi conciencia. Yo, que basé antaño sobre fonemas inaudibles mis cimentos. Me desencuentro entre frenéticos caminos de existencia vana y efímera, mientras desentraño mi pena callada en la advertencia que mi silencio desata.

Tímidamente te hablo y te cuento de mi alma... Te me doy en el sosiego que de mi calma mereces, aunque a veces, sea el tiempo contratiempo que entorpece este enredo de palabras.

Y hasta que por fin resuenen los guijarros del camino que amparen nuestro destino, articularé entre labios mis pasiones y desvelos. Que es tu oído mi paciente y cómplice carcelero, porque apacientas mis sueños amarrados y sedientos entre las brumas del viento del cielo de mis anhelos.